El propósito de An Index of Metals, es darle un giro a la forma secular de la ópera, hacia una experiencia de percepción total, conectando al espectador a una materia incandescente, tanto sonora como luminosa: un magma de sonidos que fluyen, formas y colores sin más narrativa que la que surge de la hipnosis, el trance y la posesión. Es más bien un ritual que un espectáculo de luces de los años 60 o que un rave de la actualidad. En esta suerte de ritual el espacio adquiere una forma a través del volumen sonoro y la saturación visual y al torcerse se multiplica en miles de anamorfosis. Más que apelar a nuestra capacidad analítica, como la gran mayoría de la música contemporánea, An Index of Metals busca poseer los cuerpos mediante el placer y la sobreexposición de los sentidos.

La historia trata de la fusión perceptual, de la ausencia de símbolos, y del consecuente e ilimitado cuerpo que surge del horno ritual de esta masa sonora. Incluso el libreto original de Kenka Lèkovich se transforma al ser traducido de un lenguaje a otro. La música para soprano y once instrumentos amplificados, desarrollan un timbre impuro a través del contrapunto con la colorida interferencia del video de Paolo Pachini y Leonardo Romoli. Tres películas independientes proyectadas en tres pantallas inundan todo el espacio visual mientras el sonido es proyectado a manera de parches de luz. Ambos, música e imagen, usan las mismas características físicas, incluyendo la irisación, la corrosión, la deformación plástica, la ruptura, la solarización e incandescencia de superficies metálicas, revelando así su violencia inherente e inclusive sus tendencias asesinas.”

– Fausto Romitelli