26/ago
Bartolomé Delmar
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Maulwerker Ensemble : La sonoridad del todo

Maulwerker Ensemble fue fundado en Alemania a finales de 1977. Hoy en día son unos de los exponentes más versátiles e interesantes de la  música vocal moderna y contemporánea. Desde sus inicios, el ensamble ha interpretado obras del compositor Dieter Schnebel, cosa que siguen haciendo hasta la fecha; para su presentación en el Festival de Arte y Ópera Contemporánea exponen piezas del mismo autor e incluyen “Song Books” de John Cage.

Maulwerker, nombrado así por una pieza compuesta por Schnebel para el grupo, nos presenta varias vertientes de lo experimental.

La exploración vocal pareciera ser la premisa principal del trabajo del grupo, el cual no sólo está conformado por cantantes: entre sus filas se encuentran compositores, actores, performers. A modo de preparación, se le va agregando a la exploración vocal más ingredientes como el espacio y objetos.   

Es entonces donde los  actos  de Maulwerker dan un giro, centrándose en formas y  tendencias recientes. Una desarticulación y deconstrucción en el espacio sonoro, en los mismos silencios. El lenguaje se rearma con evocaciones al puro estilo performático, instalaciones e intervenciones, ésta última ladeada a provocar al espectador para hacerlo partícipe de la escena; una puesta totalmente incluyente desde todas sus aristas.

Todo objeto se vuelve instrumento. Podría llamarlos cazadores de notas, de sonidos en los objetos menos inesperados, atrayendo imágenes y situaciones casi prousianamente. Reciclando cada uno de los sonidos-movimientos que están presentes de manera que obtienen peso y existencia, cosa que hasta ese momento pasaban desapercibidos ante nosotros. La parte teatral no se puede dejar de lado, desde la expresividad nos muestran que, hasta en la gestualidad hay sonoridad.

En el programa también aparecen piezas del movimiento Fluxus, cabe mencionar que Maulwerker Ensemble se desarrolló bajo la fuerte influencia de este movimiento, así como de su estética.

Una dosis de tensión se inyecta al espectador cuando la intérprete Steffi Weismann, atraviesa la sala con una copa con agua sobre su cabeza, en el acto “Zen for Head”; es como si una liga imaginaria se estirase desde el escenario hasta la butaquería.

Es así como los tres intérpretes (Katarina Rasinski, Steffi Weismann y Michael Hirsch) traducen el espacio, sonido y silencios en música, creando momentos claves donde como espectador empiezas a emitir sonidos a modo de imitación, por reflejo o tal vez por instinto.

Bartolomé Delmar

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